Los museos de Berlín. Óleo sobre lienzo - 150x 150 cm
‘He
abandonado los recuerdos
materiales y me he refugiado en
la memoria'
P.V.
El
paisaje, la mitología clásica y la poesía han sido los temas en torno a los
cuales han girado sus últimos trabajos. Su nuevo tema han sido los viajes, pero
no los viajes como actividad física –no estaríamos hablando de Martínez
Mengual, en ese caso- sino ese poso sentimental, ese nuevo hombre que todo
viaje vívido, intenso, existencial e interior provoca en cada cual.
El auténtico viaje es siempre interior, y esto lo sabe Martínez Mengual, y lo refleja espléndidamente en esos retazos de estado de ánimo que son, siempre, sus cuadros: ‘Decidí buscar en la memoria de mis viajes, en los recuerdos de las ciudades que he conocido, en los lugares en los que he estado'.
Por el camino encontró una frase -o quizás fue la frase la que le encontró a él: los hallazgos suelen salir a nuestro encuentro, son ellos los que deciden darse a conocer en formas aparentemente fortuitas y casuales- que espoleó su imaginación y que preside la exposición. Era del poeta egipcio Edmond Jabés, un desarraigado que supo interrogarse como pocos sobre nuestra verdadera identidad, y que interpretó de forma lírica el alcance de la memoria: ‘Sabemos que somos nosotros quienes fabricamos nuestros recuerdos; pero hay una memoria, más antigua que los recuerdos, que está ligada al lenguaje, a la música, al sonido, al ruido, al silencio: una memoria que un gesto, una palabra, un grito un dolor o una alegría, una imagen, un acontecimiento pueden despertar'.
Fotos y viejos recuerdos conformaron un magnífico material –‘para adentrarme en la esencia de las cosas'- que sirvió a este viajero del color y la forma para componer esos retazos de estado de ánimo que le produjo cada uno de sus periplos.
El paisaje, la mitología clásica y la poesía han sido los temas en torno a los cuales han girado sus últimos trabajos. Su nuevo tema han sido los viajes, pero no los viajes como actividad física –no estaríamos hablando de Martínez Mengual, en ese caso- sino ese poso sentimental, ese nuevo hombre que todo viaje vívido, intenso, existencial e interior provoca en cada cual.
El auténtico viaje es siempre interior, y esto lo sabe Martínez Mengual, y lo refleja espléndidamente en esos retazos de estado de ánimo que son, siempre, sus cuadros: ‘Decidí buscar en la memoria de mis viajes, en los recuerdos de las ciudades que he conocido, en los lugares en los que he estado'.
Por el camino encontró una frase -o quizás fue la frase la que le encontró a él: los hallazgos suelen salir a nuestro encuentro, son ellos los que deciden darse a conocer en formas aparentemente fortuitas y casuales- que espoleó su imaginación y que preside la exposición. Era del poeta egipcio Edmond Jabés, un desarraigado que supo interrogarse como pocos sobre nuestra verdadera identidad, y que interpretó de forma lírica el alcance de la memoria: ‘Sabemos que somos nosotros quienes fabricamos nuestros recuerdos; pero hay una memoria, más antigua que los recuerdos, que está ligada al lenguaje, a la música, al sonido, al ruido, al silencio: una memoria que un gesto, una palabra, un grito un dolor o una alegría, una imagen, un acontecimiento pueden despertar'.
Fotos y viejos recuerdos conformaron un magnífico material –‘para adentrarme en la esencia de las cosas'- que sirvió a este viajero del color y la forma para componer esos retazos de estado de ánimo que le produjo cada uno de sus periplos.
El auténtico viaje es siempre interior, y esto lo sabe Martínez Mengual, y lo refleja espléndidamente en esos retazos de estado de ánimo que son, siempre, sus cuadros: ‘Decidí buscar en la memoria de mis viajes, en los recuerdos de las ciudades que he conocido, en los lugares en los que he estado'.
Por el camino encontró una frase -o quizás fue la frase la que le encontró a él: los hallazgos suelen salir a nuestro encuentro, son ellos los que deciden darse a conocer en formas aparentemente fortuitas y casuales- que espoleó su imaginación y que preside la exposición. Era del poeta egipcio Edmond Jabés, un desarraigado que supo interrogarse como pocos sobre nuestra verdadera identidad, y que interpretó de forma lírica el alcance de la memoria: ‘Sabemos que somos nosotros quienes fabricamos nuestros recuerdos; pero hay una memoria, más antigua que los recuerdos, que está ligada al lenguaje, a la música, al sonido, al ruido, al silencio: una memoria que un gesto, una palabra, un grito un dolor o una alegría, una imagen, un acontecimiento pueden despertar'.
Fotos y viejos recuerdos conformaron un magnífico material –‘para adentrarme en la esencia de las cosas'- que sirvió a este viajero del color y la forma para componer esos retazos de estado de ánimo que le produjo cada uno de sus periplos.
El paisaje, la mitología clásica y la poesía han sido los temas en torno a los cuales han girado sus últimos trabajos. Su nuevo tema han sido los viajes, pero no los viajes como actividad física –no estaríamos hablando de Martínez Mengual, en ese caso- sino ese poso sentimental, ese nuevo hombre que todo viaje vívido, intenso, existencial e interior provoca en cada cual.
El auténtico viaje es siempre interior, y esto lo sabe Martínez Mengual, y lo refleja espléndidamente en esos retazos de estado de ánimo que son, siempre, sus cuadros: ‘Decidí buscar en la memoria de mis viajes, en los recuerdos de las ciudades que he conocido, en los lugares en los que he estado'.
Por el camino encontró una frase -o quizás fue la frase la que le encontró a él: los hallazgos suelen salir a nuestro encuentro, son ellos los que deciden darse a conocer en formas aparentemente fortuitas y casuales- que espoleó su imaginación y que preside la exposición. Era del poeta egipcio Edmond Jabés, un desarraigado que supo interrogarse como pocos sobre nuestra verdadera identidad, y que interpretó de forma lírica el alcance de la memoria: ‘Sabemos que somos nosotros quienes fabricamos nuestros recuerdos; pero hay una memoria, más antigua que los recuerdos, que está ligada al lenguaje, a la música, al sonido, al ruido, al silencio: una memoria que un gesto, una palabra, un grito un dolor o una alegría, una imagen, un acontecimiento pueden despertar'.
Fotos y viejos recuerdos conformaron un magnífico material –‘para adentrarme en la esencia de las cosas'- que sirvió a este viajero del color y la forma para componer esos retazos de estado de ánimo que le produjo cada uno de sus periplos.
De El Cairo al Mar Menor
Imbuido
por recuerdos y sensaciones, el artista se sometió durante meses a un intenso
trabajo. Fruto de ello ha sido esta selección de cuadros en los que asistimos a
una serie de imágenes pasadas por el tamiz de sus emociones: ‘El mío es un
viaje introspectivo. Me he liberado de la forma figurativa, aunque me he
ajustado a colores. El trabajo final está muy elaborado'. Son imágenes que van
de El Cairo a Berlín, de Venecia o Roma a Chicago, de Atenas a una calle del
Mar Menor.
De
la mano de Martínez Mengual, transmitidos por el insinuante trazo de unos
pinceles que forjan emociones, asistimos a un poliédrico viaje que nos
transporta a lugares donde confluyen el recuerdo y los sentimientos. Los de
Martínez Mengual distan mucho de ser esos lugares-estrella que ocupan las
primeras páginas de las guías para viajeros al uso. Lo suyo es
–afortunadamente, para quienes pueden recrearse con sus pinturas- bien
distinto. Un abigarrado mercado de Etiopía; el insinuante reflejo de un
estanque en Damasco; una tormenta en medio de los depósitos del agua de Nueva
York; un puente en El Cairo, un rosal en Roma, un árbol en Etiopía, un canal en
Chicago, el cementerio de Venecia..., pueden contener innumerables matices para
el fértil pincel de este pintor que convoca emociones con tonalidades diversas:
‘Ha sido una búsqueda muy importante para mí, me ha servido de mucho, y espero
continuar hasta final de año otros temas para seguir por el mismo camino y
elaborar finalmente un libro'.
‘Cada
cuadro posee su propio proceso, su propia resolución', aclara Martínez Mengual.
Es imposible no quedarse prendido de esos intensos retazos cromáticos que se
confabulan en el lienzo para suscitar emociones. Como las que sintió el pintor
junto a la tumba de nuestro ilustre paisano Ibn Árabi en Damasco, decorada con
una primorosa cerámica azul: ‘Fue una visita muy impactante. Sus restos están
en una mezquita de barrio. Recuerdo a mucha gente rezando. Todo con mucho
respeto. Incluso hubo gente que rezó un Padrenuestro'. O los sentimientos que
provocó la isla de Saint Michel, el cementerio de Venecia, un día de difuntos
en el que cientos de personas llevaban flores a sus muertos a bordo de pequeñas
embarcaciones.
Pinceladas más libres
‘Estoy
muy satisfecho. En cuanto al trabajo en sí, esta exposición me ha servido, para
librarme de referencias figurativas, para dar pinceladas más libres y, en lo
personal, para buscarme por dentro, para abandonar los recuerdos materiales y
refugiarme más en la memoria'.
Esa
acción retrospectiva ha sido un reencuentro con emociones y lugares: ‘Después
de un tiempo he reencontrado los sentimientos que me transmitió determinado
sitio, he vuelto a recrear aquellas emociones. Quiero seguir trabajando en ese
sentido, me ha servido de mucho, me ha liberado bastante'.
Los
caminos de la fascinación son inexcrutables, casi tanto como la propia
existencia, y se traducen en inesperados encuentros cargados de magia para el
viajero atento. Por eso, de Roma, por encima de columnas y palacios, al pintor
le quedó prendido al recuerdo un rosal. Y de Etiopía un árbol que servía de
refugio y de sombra a las gentes y a unos niños –el árbol de la música - que
tocaban la flauta encaramados en sus ramas.
Y es
que, como afirma Martínez Mengual, ‘Para representar el lugar, a veces me aproximo
a él, como si utilizase una macro, y, en otras ocasiones, utilizo una simple
referencia'. Así sucedió en su recuerdo a Delfos , sugerida, a través de la
presencia de unos pájaros sobrevolando la piedra solemne, en un aleteo que se
vislumbra entre las ruinas. O en Chicago , donde la tamizada luz que se
reflejaba en un canal habilitado para el paso de barcos despertó su
imaginación. También la luz fue la culpable de su reencuentro con el Mar Menor
– La calle de la luz - y su recuerdo de aquellos veranos de la infancia.
A
veces es la vida lo que se cruza en el camino del artista: lo bullicioso de un
mercado en Axum –Etiopía-, un puente en el Cairo, testigo de los escarceos de
parejas; el dramatismo de unos pájaros asustados en una cueva de Abanilla ante la
presencia de intrusos...
Otras
veces se trata de algo mucho más intelectual: la emoción por el descubrimiento,
como ese homenaje a los museos de Berlín –‘el cuadro más loco de la
exposición', en opinión de Martínez Mengual-: ‘la ciudad de la cultura y de los
museos, la escuela de la arqueología...', o el rendido homenaje a una
civilización insuperada a través de varios cuadros: ‘No es fácil para mí este
tema. Pienso que no ha habido otro pueblo que haya construido algo semejante.
Empleé el rojo y el negro como homenaje a la cerámica, y el blanco como
homenaje a la arquitectura'.
‘Imágenes
de la memoria' es un viaje pluriforme, rico en matices y sugerencias, un viaje
hecho de viajes –‘pasados por el filtro interior', recuerda Martínez Mengual-
en el que cada cuadro, con su propio y particular proceso, supone una estación
de paso, pero también un estado de ánimo: ‘Si la persona se plantea una
búsqueda en el viaje, la pintura le puede facilitar el camino'. ‘Pero el viaje
lo hace cada cual –aclara-. La pintura es una búsqueda: cuando viajas siempre
descubres algo que acaba quedándose en tu interior'...
Publicación original: www.um.es