24 julio 2017

Antonio Martínez Mengual, 1996

Sus obras son identificables con claridad; su juego aguado de tintas, los negros justos que valoran el resto de tonos



Ángel Fernández Saura / Juan Bautista Sanz . 24/07/2017


Virtuoso del color

Existe en su genealogía un dato que puede explicar la raíz de una vocación profunda: la abuela materna del pintor Antonio Martínez Mengual fue hermana de Pedro Flores, el magnífico pintor de los años 20. Yo he visto, y así se lo hice saber a Antonio, una obra pequeña pero magnífica, de sus comienzos, en casa de la familia Flores. Ahí, con ciertos ojos sabios podría haberse adivinado: aquí va a haber un pintor.

Los hermanos Martínez Mengual, Antonio y Ramón, este último compañero de clase de mi bachillerato, visitaban las exposiciones de Zero, mi galería, con asiduidad. Ahí fui conociendo su interés por la pintura; su participación en Arteder, la Feria de Arte de Bilbao de los 80, demostró que sería un artista muy reconocido. Antonio Martínez Mengual sacaba horas para pintar, después de su trabajo administrativo en la Obra Social de CajaMurcia. Duplicar el trabajo es algo muy meritorio y duro; el artista lo ha llevado bien hasta liberarse de compromisos laborales ajenos al arte. Fue entonces cuando cumplió el sueño de pintar a placer. Llegaron los amarillos a su vida; lo mediterráneo, el vigor del color y el buen gusto. Es un ilustrador estupendo, de hecho ha dibujado para publicaciones estéticamente preciosas, lujosas, de esas que dan lustre a editores y autores.

Sus obras son identificables con claridad; su juego aguado de tintas, los negros justos que valoran el resto de tonos. Estoy seguro de que como a mí le hubiera gustado conocer a Matisse; tal vez él, como yo, haya estado en el Quai de Saint-Michel, en París, bajo la ventana del estudio del maestro, en el número 19.

Lo que sí tengo por cierto es que Martínez Mengual ha viajado y visto los clásicos y la arquitectura mediterránea, Grecia e Italia, dejándole un poso invisible en la piel pero necesario para su obra, cada vez más consolidada y certera. Ha tenido en cuenta perfiles y palabras, miradas de la antigüedad. Del pintor guardo una colección de postales primorosas, porque es un diseñador y fotógrafo delicioso: un esteta y un excelente cartelista. Sus obras, en solitario o en grupos, han viajado por mucho mundo, por ferias internacionales. Ha expuesto individualmente en los Estados Unidos y siempre con mucho éxito. Su pintura es exportable, limpia y siempre sugerente aun cuando a veces se agrise y coleccione los tonos de color marengo.

Martínez Mengual es un artista sensible, entregado a su trabajo y profesión de forma incansable. Ha hecho grabado y serigrafía, siempre con ese trazo decidido y sin duda que le pertenece. Es cabeza de su generación, digamos en verdad, de nuestra generación. El pintor alinea a diario color, chopos otoñales, veranos inundados de luz en sus papeles, en sus cartones, en sus lienzos. Estoy seguro de que le interesa la arquitectura y el arte africano, la vivencia de los espacios y las máscaras que lo habitan. Dicho queda, es uno de los nuestros y de los mejores, la cámara de Saura lo delata.



Publicación original en La Opinión de Murcia