Por Santiago Delgado
De todos los dibujos y coloraciones
del libro Viaje a Grecia, de Antonio Martínez Mengual, escojo éste de la
perspectiva de la Acrópolis desde el magno Museo de Atenas, para ilustrar la
presente impronta sobre el libro y el pintor, junto a la portada. Acaso suceda
que no es la más profunda, conspicua y representativa de las imágenes del
volumen, pero es la que mejor entiendo, y quizá pueda ser que sea, a un tiempo,
la más universalizable del conjunto. Lo universal ha de rendir,
desgraciadamente, cierto tributo a lo cognoscible inmediato para ejercer su
misión de llegar a una mayoría fehaciente y estable.
Como dejó, prístino y claro, el
Profesor Francisco Jarauta en la presentación, así como en el revelador
prólogo, Antonio Martínez Mengual es sucesor legítimo de los Winkelman, Goethe
y tantos otros a los que Grecia concedió el don de saber, conocer e intuir su
secreto más profundo. Secreto, acerca del cual, el resto de los mortales sólo
podemos admirar su significantes, materiales e inmateriales. Apreciar la
belleza de las formas griegas y admirar su conocimiento no es conocer su
secreto. El pintor sí lo conoce. Y la expresa con sus carboncillos y sus
pinceles. Pero, quede ello claro, no por sabernos la gramática del pintor
accedemos nosotros a ese secreto. Por la labor de Antonio Martínez Mengual
sabemos que él sí sabe que sea ese secreto. Y lo sabe muy bien. Es partícipe de
él. Es más que bastante, pero no es suficiente, para nosotros, digo. Y no es
poco, admirar, saborear y gustar, en la obra de Martínez Mengual, el placer
intelectual, y sensorial inducido, que su libro produce.
La obra aparentemente no figurativa
del libro se nos aparece con una legitimidad de origen, respecto de la que
entendemos con los ojos de la tradición realista que nos invade. Aunque esa
legitimidad de origen no es lo que da valor estético a esas formas
aparentemente abstractas. Tienen legitimidad estética por sí mismas, y porque,
directamente, aluden a la luz y a las formas que aquellos gigantes de la
Historia dejaron para remover eternamente los Tiempos del Arte. Hacerse con un
ejemplar de este libro es renovar la mirada para el resto del siglo XXI.
Mirando y admirando, con los ojos
del alma, este libro, Viaje a Grecia, recordamos las vivencias de los sentidos,
la inmortalidad de los mitos, la Catarsis de la Historia, y tantos otros topoi
que nos asaltaron el alma cuando allí estuvimos. Es decir, los significantes
del Secreto de Grecia nos obnubilan a los mortales del común, acaso para
resguardar el secreto que Antonio Martínez Mengual sí sabe. La Madre Grecia
escoge, entre los llamados, a los que habrá de uncir, –y perdón por la
hipérbole, acaso entintada de primor post-neoclásico–, con el laurel del
elegido. Así lo pienso, y así lo expreso. Ténganmelo en cuenta los dioses, si
es que hago transgresión del decoro en el halago y la oda.
Texto publicado originalmente en el
blog Oficio de escribir de Santiago Delgado.