Antonio Martínez Mengual es un
artista que refleja en su obra la especial fascinación que siente por el mundo
clásico, la Grecia y la Roma antiguas. En esta ocasión nos acerca al Museo
Teatro Romano de Cartagena su obra inspirada en la elegía del poeta en el
exilio. Dice Ovidio, en Tristia, que la Musa es la única compañera que le ha
quedado en su destierro, esa Musa “la poesía” también ha acompañado a Antonio
Martínez Mengual en su trayectoria vital como artista.
En “Tristezas” de Martínez
Mengual, los versos del poeta se convierten en pinceladas cargadas de lirismo,
donde el pintor expresa a través de su paleta de color, unas veces en unos
rojos y azules intensos, en otras en negros y violetas, toda la carga emocional
que transciende de los versos ovidianos; el sufrimiento, la nostalgia de la
patria, el alejamiento de los seres queridos…
Los versos iniciales de
Ovidio, Tristia I, 3, Cum subit illius tristissima noctis imago…, “Cuando acude
a mi memoria la imagen tristísima de aquella noche...”, inspiran al artista en
su serie de Adiós, esa noche en la que Ovidio tuvo que dejar tantas cosas
queridas…, “todavía ahora de mis ojos resbalan las lágrimas”, escribe el poeta
con amargura desde Tomis cuando lo recuerda.
Para comprender esa tristeza,
ese Adiós de Martínez Mengual, debemos recordar que cuando Ovidio se encontraba
en la cima de su éxito, recibió la orden de Augusto de dejar Roma y partir al
Ponto Euxino, a los confines del Imperio. El poeta de Sulmona, que vivía
entonces en la alegre Vrbs, bien relacionado con la alta sociedad e incluso con
el propio emperador, cayó en desgracia y fue desterrado a Tomis, allí escribió
Tristia y Epistulae ex Ponto, nacidas desde su drama personal.
Martínez Mengual perfila esa
triste noche, casi dibuja, en sus lienzos del Adiós, las moradas de los dioses,
esos templos de las colinas de Roma, que nunca volvieron a ver los ojos del
poeta. Pero también esas vivencias a orilla de un mar, situado en una zona
fronteriza, poco romanizada. Un Mar que para el poeta se ha abatido sobre su
persona como una tempestad, como si todas las olas y el océano cayeran sobre
él. En esa serie son los lienzos -Mar de olvidos, Árbol Negro, Campo de
nostalgia - cuando las pinceladas del artista son más insistentes, oscuras y
tormentosas; en negro, gris, verde y violeta, que expresan esa pena, ese
abatimiento, ese dolor sincero, en definitiva esa tristeza de Ovidio.
Mientras que en la obra
Orillas del mundo, son los colores azules y verdosos los que nos sumergen en
ese mar, campo y cielo que se juntan, es el mar y cielo donde navega el alma
del poeta. En la obra Oráculo del viento el artista utiliza con intensidad la
fuerza del color “rojo pasión” para expresar el arrebato y la rabia, de un
hombre que en el mejor momento de su vida es desterrado al olvido. Desde esa
soledad nace la rebeldía y lucha contra el destino a través de la poesía
inmortal, plásticamente planteada por el artista con un árbol rojo, cuyas hojas
caen como metáfora de la propia vida de Ovidio.
La serie de dibujos a tinta,
Tristes, evoca las tablillas y papiros como soportes de escritura en la
Antigüedad y su función como bálsamo en el infortunio.
Martínez Mengual es el poeta
de los pinceles, con su sensibilidad especial, su dedicación en cuerpo y alma a
la creación artística, nos rescata al poeta del exilio y lo reconcilia con el
César en el teatro romano de Carthago Nova, donde se perpetúa la memoria
inmortal de Augusto y sus nietos, Cayo y Lucio César, un lugar recuperado de la
historia, donde ahora comparten espacio el poeta, el César y el artista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario