Sus obras son identificables con claridad; su juego aguado
de tintas, los negros justos que valoran el resto de tonos
Ángel Fernández Saura / Juan Bautista Sanz . 24/07/2017
Virtuoso del color
Existe en su genealogía un
dato que puede explicar la raíz de una vocación profunda: la abuela materna del
pintor Antonio Martínez Mengual fue hermana de Pedro Flores, el magnífico
pintor de los años 20. Yo he visto, y así se lo hice saber a Antonio, una obra
pequeña pero magnífica, de sus comienzos, en casa de la familia Flores. Ahí,
con ciertos ojos sabios podría haberse adivinado: aquí va a haber un pintor.
Los hermanos Martínez Mengual,
Antonio y Ramón, este último compañero de clase de mi bachillerato, visitaban
las exposiciones de Zero, mi galería, con asiduidad. Ahí fui conociendo su
interés por la pintura; su participación en Arteder, la Feria de Arte de Bilbao
de los 80, demostró que sería un artista muy reconocido. Antonio Martínez
Mengual sacaba horas para pintar, después de su trabajo administrativo en la
Obra Social de CajaMurcia. Duplicar el trabajo es algo muy meritorio y duro; el
artista lo ha llevado bien hasta liberarse de compromisos laborales ajenos al
arte. Fue entonces cuando cumplió el sueño de pintar a placer. Llegaron los
amarillos a su vida; lo mediterráneo, el vigor del color y el buen gusto. Es un
ilustrador estupendo, de hecho ha dibujado para publicaciones estéticamente
preciosas, lujosas, de esas que dan lustre a editores y autores.
Sus obras son identificables
con claridad; su juego aguado de tintas, los negros justos que valoran el resto
de tonos. Estoy seguro de que como a mí le hubiera gustado conocer a Matisse;
tal vez él, como yo, haya estado en el Quai de Saint-Michel, en París, bajo la
ventana del estudio del maestro, en el número 19.
Lo que sí tengo por cierto es
que Martínez Mengual ha viajado y visto los clásicos y la arquitectura
mediterránea, Grecia e Italia, dejándole un poso invisible en la piel pero
necesario para su obra, cada vez más consolidada y certera. Ha tenido en cuenta
perfiles y palabras, miradas de la antigüedad. Del pintor guardo una colección
de postales primorosas, porque es un diseñador y fotógrafo delicioso: un esteta
y un excelente cartelista. Sus obras, en solitario o en grupos, han viajado por
mucho mundo, por ferias internacionales. Ha expuesto individualmente en los
Estados Unidos y siempre con mucho éxito. Su pintura es exportable, limpia y
siempre sugerente aun cuando a veces se agrise y coleccione los tonos de color
marengo.
Martínez Mengual es un artista
sensible, entregado a su trabajo y profesión de forma incansable. Ha hecho
grabado y serigrafía, siempre con ese trazo decidido y sin duda que le
pertenece. Es cabeza de su generación, digamos en verdad, de nuestra
generación. El pintor alinea a diario color, chopos otoñales, veranos inundados
de luz en sus papeles, en sus cartones, en sus lienzos. Estoy seguro de que le
interesa la arquitectura y el arte africano, la vivencia de los espacios y las
máscaras que lo habitan. Dicho queda, es uno de los nuestros y de los mejores,
la cámara de Saura lo delata.
Publicación
original en La Opinión de Murcia