Ilustración de Antonio Martínez Mengual
para la portada del semanario cultural "ABABOL"
Antonio Arco – 8 de
febrero de 2020
En el origen de ‘Lo incierto’,
la nueva exposición del pintor Antonio Martínez Mengual (Murcia, 1948), que
hasta el 28 de febrero puede disfrutarse en la galería murciana Chys -al
cuidado de María del Mar Fernández Delgado-, está Homero. Homero y la pasión
que siente el artista por Grecia. Amor que viene de muy lejos. Una fuente de
inspiración inagotable. Hace dos años, Martínez Mengual viajó a Atenas con un
objetivo: que le pillara en la Acrópolis, respirando su magia y rodeado de su
paisaje de siglos, la llegada de su 70 cumpleaños. Corría el 23 de febrero de
2018, «el tiempo era cas primaveral y la emoción que sentí todavía la recuerdo.
Regresé con las pilas recargadas», cuenta. Sí, Homero y el segundo de sus ‘Himnos
Homéricos’, 495 versos dedicados a mayor gloria de Deméter, diosa de la
agricultura. En ellos se cuenta cómo Hades/Plutón raptó a la hija de Deméter,
Perséfone, con las bendiciones de Zeus, así como la implantación de los
conocidos como ‘Misterios de Eleusis’, dedicados a Deméter, y cómo recuperó a
su hija.
En la antigua Grecia, la ciudad de Eleusis,
situada al oeste de Atenas y que el creador murciano conoce bien, llegó a ser
el centro religioso más importante del mundo pagano. Allí, cuenta Homero,
Deméter se detuvo para recobrar fuerzas durante su viaje en busca de Perséfone.
Y allí ordenó la diosa que se construyeran un templo y un altar en su honor.
Además, tras la alegría del reencuentro entre madre e hija, la primera dio
instrucciones a los mandatarios de Eleusis acerca de cómo llevar a cabo estos
nuevos ritos. En torno a la vida, la tierra fecundada, las cuatro estaciones
que hacen posible el alimento y la supervivencia…
La exposición ‘Lo incierto’, que comienza en
el escaparate de Chys, donde luce la obra ‘Rumor antiguo I’, un óleo sobre
lienzo encendido de amarillos y deseos, la integran 21 nuevas obras, realizadas
con técnicas mixtas y que, formando un grupo cargado de sugerencias,
ensoñación, noches para permanecer despiertos, ritos milenarios y pintura
excelente, dan cuenta del dolor y la alegría de vivir que confluyen en el texto
homérico.
Eso ofrece Martínez Mengual en ‘Lo incierto’,
un desfile de mitología y sangre. De diosas que tampoco están a salvo de las tragedias,
de pozos oscuros, de pesadilla, donde los gritos de los niños se escuchan muy
lejanos y del que sube un frío que hiela las entrañas. Y están, a la espera de
ser descubiertos por el espectador, las almas de los templos vestidos por la
belleza excitante de la ausencia de luz, regodeándose en sus sombras y atentos
a las risas de los jóvenes que puedan acercarse a ellos. Y encierra también ‘Lo
incierto’ un homenaje a las palabras y una invitación a sentirse vivo por el
misterio. Lo que no se ve. Un relámpago interior que lo ilumina todo, y te
hace, aunque sea por un instante, más sabio y pleno.
«Procuro no olvidarme de que ahora soy rico
en algo verdaderamente importante: en tener tiempo», dice Martínez Mengual
rodeado de sus obras, mientras va saludando amable, sonriente, a los visitantes
que se acercan a hablar con él, y a felicitarle por su trabajo.
A él le gusta contar que Grecia es motor inspirador
y paisaje físico del alma. Martínez Mengual -en algunas de sus obras parece
fraguarse el origen del mundo, el principio del fin-, ha huido en esta
exposición de lo evidente, de lo narrativo, y queda en ella, impregnado de
silencio toda la sala, la luz y las sombras inundando la memoria y sustituyendo
a los paisajes y los edificios; todo fluye en el torrente de lo misterioso, el
reflejo, el destello, y las espigas que aquí juegan a disfrazarse, fundirse,
transformarse en sol, sobre un rojo que impone, y en símbolo de prosperidad.
Comunicar
De nuevo, el pintor ha creado
sus obras guiado por dos necesidades primordiales: sentirse vivo y comunicar a los
demás esa experiencia, a sus 72 años y con muchos proyectos por delante, el
primero de ellos el intento de llevar a sus pinturas la libertad y el gozo que
anidan en ese texto impagable que es ‘El verano’, de Albert Camus, lo hace
desde una nostalgia que no hiera. Solo cultiva «la nostalgia como algo
positivo, no negativo, que ayuda al hombre a reflexionar y también a crecer. La
nostalgia que te permite valorar qué es lo importante de la vida y que te ayuda
a no perder la esperanza». La nostalgia como una fuerza que arrastra a Ulises
de regreso a Ítaca, como motor de tránsito, del riesgo, del anhelo y, ojalá,
que no de la desesperación.
«Es un milagro cómo pinta mi poesía», dijo Francisco
Brines (Oliva, 1932) de Martínez Mengual, a quien le gustan los viajes y los
hallazgos felices que le proporcionan algunos libros. Otro poeta, el joven
ciezano Daniel J. Rodríguez, autor del texto del catálogo editado con motivo de
‘Lo incierto’, afirma que entrar en sus obras, en su forma de enfrentarse al
hecho de pintar, significa enfrentarse cara a cara con la verdad: la que él ha buscado
durante toda su vida y que supone el esfuerzo último -y único- de todos los que
han tenido la fortuna de ser tocados por el talento». «Porque Martínez Mengual»,
añade, «nos da de comer el néctar dulce de la granada, que atrapa al que
disfruta su obro, y nos lleva a la necesidad irracional de regresar una y otra
vez al contacto con su pintura». Resalta el poeta que, en esta muestra, nos
encontramos con «las manos que sostienen las lenguas de un fuego que,
incesante, indaga. El silencioso temor de lo que todavía no conocen, Grecia
concentrada en el misterio».
Vivir
Misterio. Ya lo hemos
nombrado: misterio. Una palabra que le encanta a Martínez Mengual. Lo que
todavía puede sorprenderte, lo que te atrapa sin necesidad de ser comprendido.
Pronuncia relajado esta palabra: «Misterio». Está tranquilo, está de acuerdo
consigo mismo. «Ha llegado ese momento», indica, «en el que una relativa calma
te invade; lo vivo todo con menos tensión y, por otro lado, aunque necesito
dedicar una gran parte de mi tiempo a la pintura, no me olvido de dejar también
espacio para cultivar la amistad, disfrutar de la naturaleza y seguir viendo
exposiciones que me interesen».
«Me
gusta vivir«. Lo
dice sonriendo. «Y pintando es como mejor me siento. Pase lo que pase, cuando
llega el momento de pintar, logro concentrarme y puedo conseguir que la mano
sea un instrumento fiel al servicio de lo que estoy pensando y sintiendo. A mi
edad, me gusta mucho trabajar [ríe], aunque a veces me arrepiento de hacerlo
tanto. ¿Para qué? Yo creo que harán una gran falla cuando yo falte y quemarán
toda mi obra en La Glorieta».
«Yo no entiendo el arte separado de la
emoción», reconoce el artista, que está dolido con el estado actual del Mar
Menor, que conoce bien y al que le debe muchos momentos de felicidad y que haya
hecho de majestuoso modelo para alguna de sus mejores obras. «Solo pido que la
Justicia actúe contra los culpables de esta tragedia, dice».
Νο, no
es casual esta exposición, al igual que no lo son la lluvia, los ríos cristalinos,
los mares sin contaminar, Cabo de Palos liberado de gente y las obras de
Shakespeare, que Martínez Mengual tenga deseos de hacer de su pintura un himno
que cante a las cosas hermosas. Detrás hay muchos años de trabajo en plena
naturaleza, además de en su estudio, perdido/buscándose en los paisajes
silenciosos y repletos de secretos de medio mundo, en los yacimientos que
iluminaron el futuro, en la figura humana… «He viajado a los lugares a los que
había soñado ir, y ahora conocer, en Argelia, los lugares de los que habla
Albert Camus en ‘El verano’», explica. «Para mí son inolvidables, por ejemplo,
la contemplación de las orillas del Nilo, o los olivos de esa joya de
importancia mundial que es el Valle de Ricote», destaca.
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