Antonio Martínez Mengual |
Por Antonio Arco
Es el pintor inconfundible de los árboles, el mar, los cuerpos desnudos, las ruinas clásicas, el fluir de los ríos, los versos gloriosos de poetas como Brines y Cernuda, los viajes de Ulises… Antonio Martínez Mengual (Murcia, 1948) sigue empeñado en hacer de su pintura un himno que cante a las cosas —como el paisaje, otras culturas, el silencio…— que él valora cada vez más. Y crea sus obras guiado por dos necesidades primordiales: sentirse vivo y comunicar a los demás esa experiencia. Este viernes, a las 19:30 horas, inaugura nueva exposición en Arquitectura de Barrio, en Murcia; su título: ‘La casa de la palabra’; su origen: un viaje a África realizado por el artista en 2010.
En esta ocasión, Martínez Mengual se aleja del Mediterráneo que sirvió de escenario a las aventuras de Ulises, un personaje del que el pintor se hace acompañar cuando se embarca en un viaje por la nostalgia; eso sí, precisa, en «la nostalgia como algo positivo, no negativo, que ayuda al hombre a reflexionar y también a crecer. La nostalgia que te permite valorar qué es lo importante de la vida y que te ayuda a no perder la esperanza». La nostalgia como fuerza que arrastra a Ulises de regreso a Ítaca, como motor de tránsito, del riesgo, del anhelo y ojalá que no de la desesperación.
Amigo de los poetas, viajero a lugares lejanos, artista de las palabras justas y pintor de emociones, lleva años recibiendo sinceros elogios por la belleza —en calma— de su obra. A propósito de la ilusión que le hace mostrar las obras de ‘La casa de la palabra’ en el Estudio de arquitectura-Galería de arte Arquitectura de Barrio —calle Julián Calvo, 6—, Martínez Mengual recuerda que nació «a unos cuantos metros de este lugar donde ahora expongo mis trabajos. Era otra ciudad. Recuerdo esta calle, de la mano de mi abuela, camino del mercado. Sus aromas y colores. Los círculos perfectos los cierra el tiempo».
Hace 14 años que viajó acompañado a la tierra de Malí, donde habitan con sus costumbres ancestrales los dogón. Allí, cuenta, le llamó mucho la atención una sencilla arquitectura que, a diferencia del resto de las casas, «no tenía paredes». «Su estructura diáfana», describe, «sólo se apoyaba sobre ocho pequeñas columnas decoradas con bajorrelieves de animales, y el techo se había armado con capas de paja de mijo». Le contaron que esta construcción, llamada Toguna, «era el lugar donde se discutían y tomaban decisiones para el pueblo y se administraba la justicia, por lo que se la conocía como ‘la casa de la palabra’». Por cierto, a esa construcción sólo tienen acceso hombres circuncidados. Y supo que pintaría una serie sobre la palabra y su valor, frente al griterío y la ausencia de diálogo.
Fue un viaje hermoso, alguno de cuyos recuerdos el artista ha plasmado en breves textos poéticos como el titulado ‘Mujer paisaje’, que protagoniza una mujer que llevaba una enorme vasija de cerámica sobre su cabeza mientras recorría «caminos rojos que se cruzaban marcando las fronteras entre los sembrados y los árboles». El pintor se fijó en su vestido multicolor, «que recogía la mirada entre un paisaje de verdes y el frescor de la mañana». En otra ocasión, delante de un —gigante— baobab, se pararon unos niños alegres y curiosos. En una tarde «de azul infinito», el pintor de los árboles, el amante de Atenas, el artista que convierte una parra pintada en un lugar sagrado, presenció esta escena: «Ellos cogen sus manos y lo rodean, lo sienten vivo y él consiente sus caricias porque vienen del reino de la infancia».
Pájaros
‘La casa de la palabra’, que podrá disfrutarse hasta el 1 de noviembre, y cuya
hoja de sala ha escrito Pedro Alberto Cruz, gran conocedor y admirador de la
obra de Martínez Mengual, se compone de series como ‘Desde la falla’, ‘Sendero’,
‘Oráculo de pájaros’, ‘Caminos de África’ y ‘Toguna. La casa de la palabra’.
Obras —acrílico sobre papel, técnica mixta sobre papel, tinta china, collage
sobre papel…— que encierran tanta belleza como emociones a la espera de poder
danzar con las miradas de los visitantes. No dejen de saludar al óleo sobre
lienzo titulado ‘Máscara’.
Artículo publicado originalmente en el diario 'La Verdad' de Murcia